viernes, 6 de noviembre de 2009

Miércoles de fiaca

Quizá pretextando una depresión postpérdidadeavión, o por franca hueva, el miércoles decidí no moverme de Pontoise. Entre que me desperté tarde, entre que desayuné con calma, y entre que hacía frío afuera, vine a asomar la nariz después del mediodía. Recorrí el sitio, conocí las iniciativas del gobierno regional para rescatar sus aguas y sus espacios públicos. Me encontré con que aquí también se hacen mercadillos y vi una cosa que valdría la pena implementar allá. Hay unas placas en el suelo que los días de plaza se levantan y ahí hay cantidad de conexiones eléctricas para todos los puestos. Qué diferente se verían los tianguis sin tantos nidos de cables electricos en los postes, sin diablitos pues.
Hice mi petición de un nuevo boleto por internet y me juré que esta vez sí estaría unas cinco horas antes en el aeropuerto por cualquier circunstancia.
Cuando Gonzalo volvió de París salimos nuevamente a la placita, encargamos unas costillas asadas de cerdo y compramos cervezas. En este viaje he bebido más cerveza que los últimos años allá en Tlaxcala. Tal vez regrese con menos grasa corporal, pero podría aparecerme con más panza chelera, chale.
Como sea, vimos más pelis por la web y en algún momento de la tarde comencé a escribir una serie de reflexiones que ahorita no voy a pegar aquí sino hasta darles una escarmenada.

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