sábado, 14 de noviembre de 2009

Viernes: contextualizando Birkenau





En los apuntes referentes a la visita a Auschwitz no puse, intencionalmente, lo referente a Birkenau. Auschwitz me impactó profundamente en el ánimo. Una especie de bloqueo, una como necesidad de no procesar emocionalmente lo contemplado. Aquel día, después del recorrido apresurado que nos dió el polaco aquel, después de ver esas barracas de ladrillo en cuyas paredes se exhiben fotos de la gente que allí padeció su muerte; imágenes de tristeza, sufrimiento, hambre, degradación. Después de ver el cadalso donde por pretextos absurdos eran colgados aquellos que vagamente se revelaban, el muro de fusilamiento "restaurado", (uno de mis shoks: ¿Por qué restaurar, mostrar al morbo multitudinario esta atrocidad?) las celdas y los calabozos; después de todo eso, nos desplazamos a Birkenau. El campo de concentración # 2, situado a tres kilómetros de Auschwitz.
Si en Auschwitz la opresión se siente entre los muros de ladrillo, en Birkenau sobrecoge la desolación del terreno rodeado de alambradas de púas. La entrada, esa entrada que ya desde lejos contemplarla encoge el estómago al mirar las vías por las que llegaban los trenes sin parar y cuyo cargamento estaba destinado exclusivamente a los hornos.
Birkenau me disuelve aún más en un escalofrío aterrado. Hay dos barracas levantadas. a decir del guía, todo fue desmontado cuando los alemanes se vieron derrotados y tenáin que borra las huellas de sus actos. Estos barracones están ahí para impregnar al mundo de la conciencia de que el hombre, de que ciertos hombres, son capaces de acciones bestiales. Las condiciones aquí son infrahumanas. Siento casi miedo y me reconforta un poco el saberme acompañado. En estos barracones y en los sitios donde estaba el resto se hacinaron durantes semanas cientos de miles de seres humanos padeciendo dolor, hambre, un frío que cuarteaba la piel ya de por si atormentada, y hasta la sensación de que se podía estar mejor en Auschwitz.
Pues bien. Todo esto no lo había narrado hasta este día en que llegó a mis manos una novela gráfica llamada Maus, dibujada por el hijo de uno de los sobrevivientes de este campo de concentración. Todos los datos que aporta el padre de este dibujante, corroboran muchas de las cosas que contemplé y que no había podido ubicar complementariamente.
Desde aquel día he vuelto continuamente a pensar en que sobre el tema existe mucha documentación, muchos escritos, ensayos, películas, datos estadísticos. existen ultimamente posturas en contra y disputas necias sobre la verdad y las cifras y todo eso. Yo no estoy más enterado que otros sobre el caso. No conozco con detalle todos esos datos, ni tengo un discurso autorizado sobre el tema.
Pero yo ya he estado allí. He visto con mis ojos y sentido con mi piel el ambiente del lugar. Y, táchenme de emocional, o simple o lo que quieran. Pero yo ya he estado allí.

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