sábado, 17 de octubre de 2009

2° día

Cabrón. Un consejo de bloggeros profesionales es poner títulos acá, super chidos, que llamen la atención y todo eso. Me vale madre, este es mi segundo día y así lo quiero titular.
Pues resulta que anoche (tarde para ustedes) estuve mandando correos. El departamento de konrad es pequeño y ya había otro mexicano hospedado: Felix Treviño. el canijo andaba de rol por la república checa así que pude acostarme en el sofá, que luego supe era un sofacama igualito al que tengo en casa.
Cené café y galletas, les convidé a Konrad y otro chavo rastudo unas alegrías. Previamente en casa del abuelo de Sofía me tomé otros tres cafés. Konrad es un muchacho bastante buena onda. con él estuve charlando largo y tendido sobre la canción Maldición de Malinche. le presumí que su autor hacía apenas cinco días la estuvo cantando en Totolac, en el festival Arte en vuelo.
Por la mañana muy temprano se apareció Felix, recién llegado de donde se había largado. Me presumió un catálogo de organizaciones checas dedicadas a la cultura y me di cuenta de que se me había pasado algo importante para todo viajero con pocos recursos: a donde vayas, procura llevar algo comestible. Te puedes ahorrar una buena lana al prescindir de los restaurantes. Sacó unos sobres de atún pero le llegamos a los panes y la mermelada de zarzamora del anfitrión.
Luego ambos nos pusimos a dormir.
Más tarde, cosa de las dos más o menos, Konrad me dio la noticia de que ya tenía donde dormir en la noche. Salimos, tomamos el autobús y acabamos en otra zona de edificios altos de aspecto cansado, rodeados de árboles de diferentes colores.
Algo que me llamó la atención es que tu puedes comprar tu boleto por un día o por toda la semana. Al subir al transporte lo metes a una maquinita y te lo sella con la fecha. Luego, en las paradas están colocados los horarios de los autobuses, por lo que la gente puede llegar, consultar la lista del número de autobús que necesita y ya sabe a qué hora tomarlo, sin necesidad de estar ahí las horas maldiciendo al chofer cabrón que nomás no acaba de llegar.
Esta cabinita dice bileter, pensé que ahí se comprarían los billetes pero no, era ahí juntito.
llegamos a otro distrito donde nos esperaba Francisco, que en polaco no acabo de pronunciar pero significa eso: Francisco.
Otro departamento pequeño, con el estilo de muebles que poco a poco me estoy habituando a ver. y con (afortunadamente) conexion a internet.
Charlamos un poco, ordenó una pizza, platicamos sobre comida mexicana, (nada le gusta a este canijo, mucho menos el duo mole-arroz, dice que es casi como caca; se refiere al color y la textura) y más tarde salimos a un minisuper a comprar algo para la cena o en su defecto el desayuno. En los anaqueles de estas tiendas, aunque no entiendas un carajo del idioma, sabes de inmediato qué es lo que vas a comprar. Los colores y el tipo de envases te dan suficientes pistas. El yoghurt, las pastas, los quesos, las latas, las bebidas; todo se parece a las marcas que conocemos allá en México. El problema está en calcular a ojo de buen cubero si aquello te está saliendo caro o vas bien en la compra. Como no llevamos bolsas hubo que comprarlas. cuestan algo así como diez centavos polacos. Es una manera de desalentar el consumo de plástico, lleva cosa de dos años en marcha y poco a poco la gente comienza a adaptarse. ya muchos llegan con la mochila, la cajita y la bolsa reciclada.
De regreso tiramos pestes contra todo lo gringo y ahí hubo material para un buen rato acompañando las cervezas. A este hombre tampoco le gusta la cerveza mexicana, por mucho que presuma la Corona, aquí es considerada una cerveza de mala calidad.
La hora de nuestro primer encuentro con la mayoría de los participantes se acercaba y entonces este cuate me dio sus llaves. ¿Tu le darías las llaves de tu casa al primer extranjero que se te aparece dos horas antes? Yo no dejaría de vigilarle las manos y las bolsas discretamente todo el tiempo. Pero esta gente es así de a toda madre. Muy chidos. Konrad y Sofía, si se hubiera podido, estoy seguro que también me habrían ofrecido sus llaves. Es parte de su educación supongo. De la misma manera que cuando llegamos a una parada Francisco dijo: hemos perdido el autobús por minutos, vamos a otra parada. En la otra siguiente, subimos al transporte, nos sentamos, avanzamos un rato y al bajar le solté la pregunta que me arañaba la lengua: ¿Cómo sabe el conductor que has pagado tu boleto? No lo sabe, me dijo, aquí todos suben y marcan el boleto en las maquinitas. ¿Y nosotros por qué no lo hicimos? Porque yo ya he pagado antes. Y otra vez no pude evitar pensar que si esto lo hiciera en el pueblo el cobrador me corretea. Pero aquí en Polonia parece ser que la honradez y la puntualidad privan.
Encuentro con los otros vatos, abrazos, saludos efusivos, besitos entre las chavas y luego a un cafecito donde nadie toma café. Cerveza a diestra y siniestra. Me sugirieron una cerveza de trigo con miel. En realidad soy malo para distinguir los diferentes sabores y texturas de las chelas. Alguien pidió un ácido de trigo, (otra vez, en polaco me es un martirio escribirlo y pronunciarlo), esta cosa sabe como a sidra con cocacola. A otro más le sirvieron un vino caliente con una rodaja de naranja que a mi me supo a ponche con piquete. Chale, yo y mi incultura en materia de bebidas.
El caso es que después de hora y media de risas estentoreas y cerveza y un que otro bocadillo, salimos de allí. Me tuve que regresar solo porque Francisco se había ido a otro lado, Por eso me dio sus llaves. Insisto, yo ni madres y creo que ustedes tampoco, haríamos eso a la primera. Bueno, el caso es que al llegar ya estaba aquí el muchacho. Le pedí permiso para ducharme y listo, ya me siento fresquecito.
He olvidado comentar esto: en las tres casas en las que he estado es costumbre quitarse los zapatos a la entrada. Una práctica que se me hace bastante sensata porque los pisos son de madera y es una delicia andar en calcetines. la otra razón es que así se evita andar regando mugre por toda la casa. Vale la pena intentar eso. El ahorro en escobas y trapeadores debe ser alto.
De izquierda a derecha: Francisco, Konrad, Sofía y Maja
Bueno, ya me duelen los hombros y como mi anfitrión ya duerme, no quiero verme muy abusivo con su conexión así que yo también me he de dormir. No tengo sueño porque mi reloj dice que son las seis de la tarde del sábado para mi mexicano organismo aunque en Polonia son la una de la mañana del domingo.
Mañana vamos a un museo y de ahí a no sé, ya les contaré.





1 comentario:

  1. Muy bueno tu diario de viaje :)

    Me gusta que cuentes todo con lujo de detalles...

    Seguiré pasando para ver cómo les va y pues me saludas a toda la banderola por ashá :D

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