miércoles, 28 de octubre de 2009

El bajón de la soledad en tierras desconocidas

¿A quién se le ocurre andar tristeando por una ciudad donde apenas ayer salió el sol, arrastrando la maleta y sintiéndose abandonado?
Pues a mí.
Es una de esas raras manías que a cada cierto tiempo se me ocurre ejecutar. Ni pedo, asi es uno y a estas alturas de la vida ya no las quiero modificar.
Anoche dormí en otra casa; ya era mucha la lata que les daba a Iwona y Franek. Cierto es que procuraba no estar ahí todo el día, pero es que llegar a horas avanzadas de la noche tampoco era como para prolongar más la estancia. Les dejé algo, no lo adecuado pero lo hice con agrado. Y hoy, con la pena y todo, me encontré a Iwona en el Instituto Cervantes. Chale. Yo que le había dicho que ya a las seis estaba fuera del país. Por cierto, todo este tiempo he olvidado comentar lo raro que es que a eso de las cinco el día comienza a desvanecerse para dar paso a una brumosa oscuridad. También que por lo menos cuatro veces llovió con una lluvia pertinaz que a nadie excepto a los desprevenidos parecía molestar. Alguien me comentó que aquí llueve igual que en México; la diferencia radica en que aquí es una lluvia lenta, sosegada y constante que dura horas o el día completo, mientras que en México es así: CCHHUUAA!! y luego hasta el sol sale.
Cuando salí de la casa de Franek e Iwona tomé el autobús, ya con todo el equipaje, sin saber bien a bien a donde dirigirme. Como una especie de costumbre desarrollada fugazmente, me fui a la calle Nowy Swiat. Recordaba que por ahí cerca de la Universitat estaba un local de internet y ahí me fui a sentar, deseando que el tiempo sufriera una especie de colapso que comprimiera las horas nocturnas y me depositara ya en la víspera de mi vuelo. Estuve tonteando un poco con ese teclado que no se parece en nada a los que acostumbro manipular en español. Las teclas no daban los signos que esperaba y aquello era tantear y escribir todo mal. Por fortuna me encontré a Ania, y la luz se hizo en mi mente; entre juego y juego, comencé a insistir en pedirle halojamiento o compañía para las horas en que realmente me sentiría desolado y miserable. varios minutos de estira y afloja hasta que conseguí que se acercara al centro de la ciudad para por lo menos tomar un cafecito en esta nocturna osadía mía. Logré convencerla de dejarme dormir en su casa. Quedamos de vernos en algún punto a la redonda de la casa de cultura.
Así que ahí estaba, de noche, con el suelo lleno de charcos, con la maleta puesta en un sitio desde donde no la perdiera de vista mientras a ratos me sentía bobo e intentaba aparentar liviandad brincando los escaloncitos. A estas alturas ya tenía cierta familiaridad con la puntualidad de los polacos, por lo que pasados unos diez minutos de la hora de encuentro ya estaba francamente preocupado. Pero finalmente llegó. Ania entonces se me hizo una estupenda mujer, le agradecí mentalmente y me juré que haría todo lo posible por no resultar incómodo esta noche.
tomamos otro autobús, nos alejamos del centro de Varsovia, y al llegar a su casa me presentó a a su mamá. La señora no habla nada de español, pero sabe muchísimo sobre el polaco, es filóloga o algo por el estilo. Se sorprendió por mi nulo conocimiento de los más importantes dramaturgos polacos e insistió en hablarme de Witold Gombrowitz, su máximo. Además me preparó una opípara cena "mexicana", la cual me apremió a comer en espera de mi veredicto autorizado. La verdad es que no conocía este guiso, aunque su sabor me convenció; además, no me iba a poner melindroso después de este recibimiento. Y aunque todos ya teníamos un sueño mortal, me pasé casi cinco horas satisfaciendo la curiosidad de la mamá de Ania con respecto a México. la que más padeció fue Ania, ya que tuvo que hacer las veces de traductora. Y me resultó chistoso porque la señora preguntaba algo, yo contestaba con todo un párrafo explicando datos, cifras, estadísticas e historia de México y entonces Ania le decía en polaco: "Dice que si". Luego la señora preguntaba algo que a Ania le resultaba muy obvio o elemental y la reconvenía, como diciendole: mamá, eso no vale la pena preguntarse. y entonces la señora insistía y a Ania no le quedaba más remedio que hacerme la pregunta. Y lo mismo, yo contestaba largo, largo y Ella le decía a su mamá: "Dice que no".
Por la mañana desayuné rico, La mamá insistió en su hospitalidad polaca y se disculpó por no haber atendido mejor. Me despedí de Ania, caminé rumbo a la parada que me describió y en el camino me pregunté si extrañaría estos árboles que flanquean con sus hojas doradas cada edificio de diminutos apartamentos que conocí en Varsovia. Cada vez se acerca más la hora de salir de Polonia.
Ya sé, ya sé, les debo las actividades del domingo en Cracovia y Auschwitz. Pero es que estoy aterrizando las fuertes emociones que se me avalanzaron en esos lugares, además, por el momento no tengo manera de descargar las fotos y videos. así que se aguantan hasta que esté en posibilidades.
Y sale, voy a seguir jalando mi maleta con cara de sufrimiento rumbo al aeropuerto.


Agregado número Uno
Ya en el aeropuerto, dormí un poco con un libro entre las manos. La maleta no daba el peso y tuve que destriparla en un rincón para acomodar lo más que cupiera en la maleta de mano. Exactamente cinco kilos de libros soportados por mis hombros adoloridos pero aquella cosa pasó la banda delatora. Abordé el avioncito de wizz, ahora sí con escalerita al aire libre y todo. Tomé el asiento del pasillo, volví a colgar el pico pero un par de polacas no paró de cotorrear y reír y encender y apagar las luces, así que por más que alguna parte de mi cuerpo me reclamaba un poco de desconexión, no hubo manera.
así que molesto y todo, unas dos horas después, escuché con verdadero alivio el gorjeo de una azafata que, en polaco y mal francés, nos agradecía a los pasajeros por haber viajado en wizz, que volviéramos pronto y que nos la pasáramos a todo dar en Francia.
Ojalá.

2 comentarios:

  1. Querido maestro, a muchos de los chicos del grupo también les dio el bajón. Yo en lo Gersonal -digo, personal, perdón- tengo el bajón pero porque ya no está el manager con nosotros y no hay quién me diga que actividades hacer o a dónde ir, o si llego tarde hacérmelo notar, en fin... Hace rato chatié (esa moderna actividad cibernética donde nos decimos "qué pasó chato?" o qué pasó chata?) con el maiztro Walfredo Rodríguez y ambos dos queremos reunirnos en Guadalajara este próximo lunes para ver como podemos invadir en sus proyectos de publicación con Gerardo Beltrán, Wal como ilustrador de cuentitos y yo en la intentona de los mismos, que opina? le provoca? le para bolas? como decía un Colombiano de nombre Mateus quien amenizó mi viaje de vuelta en el quetzal metálico intercontinental.

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  2. Pues me late, hay que seguir el hilo de lo ya hilvanado.

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