domingo, 18 de octubre de 2009

Mural Urbe, esténcil a escala mayor


Llegué tarde al primer recorrido por Varsovia. Me sentí estúpido, esa tendencia a dejar para último momento la asistencia tiene sus consecuencias preocupantes cuando te encuentras solo en la única dirección que reconoces. Caminé unas pocas cuadras pero esa apremiante sensación en la vejiga no dejó que mi aventurada personalidad aflorara. Había por ahí cerca de la avenida donde quedamos de vernos una exposición de rostros de todo el mundo. Las explicaciones estaban en inglés, así que no fue tan difícil entender el contenido. La mayoría de los curiosos eran altos, güeros y estilizados. Me pregunté si notarían mi latinoamericana complexión, y mi moreno color, casi como si formara la parte animada de la exposición de razas. Luego seguí caminando con un cierto temor a perderme. Y ni como hacer el apunte mental de la calle, si todas tenían unos nombres impronunciables.
Después de recorrer varios cientos de metros en una calle paralela a la calle Nowy Swyat (nuevo mundo), me encontré este enorme mural que estoy seguro, al amonio le va a gustar o a sugerir ideas. ahí está. El único pedo es que está inclinado, ni modo, a torcer el cuello.
Entré a una iglesia en remodelación donde había fila de turistas para tomarse fotos junto a una inscripción que dice que ahí está enterrado el corazón de Federico Chopin. Luego tomé el autobús 111, que a estas alturas ya me parece familiar. He aprendido a descifrar los carteles de ruta de las diferentes líneas que pasan por esta parada. Al llegar a la casa de mis hospedadores tenía la intención de preparar algo de comer, pero a mí no se me da eso de sentirme en confianza sino hasta varios días después. Luego, entonces no me quedaba de otra que echarme a dormir. Dormí tanto que para la siguiente cita, nuevamente llegué tarde. En esta ocasión, sin embargo, ya traía una referencia más extendida, por lo que comencé una búsqueda sistemática de la delegación mexicana que consistió en dar vueltas en espiral alrededor del centro.

En una de esas me encontré a un colombiano haciendo activismo con una lonita impresa y un altoparlante. Luego seguí caminado alrededor de la columna de no recuerdo que rey y encontré a un par de peruanos a toda madre. Charlé con ellos con más euforia de la que merecía el encuentro de la raza latinoamericana. Llevan cosa de quince años por estas tierras, han regresado unas pocas veces a su país pero según su versión, en estos años han cogido en proporción de 40 a 1 con respecto a otros tantos años vividos en su país de origen. Así que de pendejos se regresan.
Les conté de mi extravío y muy buen pedo, uno de ellos me prestó su móvil para ubicar a Maja. Ya con al dirección ubicada, me pusieron al cuidado de un polaco de pocas luces que no habla nada de español. Cada palabra que yo le decía la hacía canción y se iba moviendo camellescamente la cabeza seducido por su propia rola unisilábica.
Afortunadamente llegué al restaurante donde estaban tragando como rusos. Todavía alcancé a pellizcar una bigos, una calabaza de pan rellena de menudencias y beber otra cerveza de trigo y miel. Hice chistes malos que nadie celebró pero tuve la desfachatez de colarme a las fotos grupales de cada cámara en activo. Luego salimos todos de ahí haciendo más escándalo del necesario a sabiendas de que nuestro aspecto y nuestro idioma era una especie de defensa grupal contra las miradas de "¡Qué escandalosos."
Al día siguiente comienza nuestra presencia oficial y hay que descansar. A medida que desandamos la avenida Nowy Swiat se van quedando los que se alhojan en diferentes casas. Yo tomo el autobús correcto pero por causas que no comprendo llego demasiado noche a la casa de Franek. Franek me avisa (o me advierte, no logro descifrar el tono), que su novia Iwona regresa al día siguiente de un viaje de fin de semana a Alemania. Me vuelve a sorprender esa facilidad que se tiene en Europa de viajar de país a país sin tantos trámites. Tan sólo recordar que el regiomontano Felix llegó, dejó sus bártulos en casa de Konrad y una mañana se dijo: ¿Y si me voy un día a la República Checa? y se fue y por la tarde regresó. Así Iwona, que en pareja con Franek no viven así que digamos la gran economía, y sin embargo pueden hacer viajes de este tipo.

1 comentario:

  1. Aghhh torticolis!!

    y qué pasó con el museo?

    Interesante jungla son los aeropuertos, no?

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